
He vaticinado los pasos
que se acercan a mi gruta
como cantares pastoriles,
ronroneante como mi barba
en tu torso extenso,
como cuando a mi cima desértica te haces,
como cuando a tu cima rojiza me hago.
Mis manos de exculpado carcelero
no tienen otro nombre
que el tuyo disfrazado de niño.
Un basurero
más preciado que lo que contiene
no me mira. Me acorrala
entre la dulce y macabra cuadrícula del ensoñarte.
Y el mediodía canta y llora
como boca y ojos que se llenan con todo.
Y el minutero como lengua garrapateante,
azota y azota mi olvidada argolla taciturna.
Como una mancha intachable
estás por dentro, como la piel por dentro.
Hay algo más parecido a mí
que mi sombra en el fondo
del barranco del recuerdo.
No estás aquí, silueta dorada
pero sí estuviste y estarás.
Como el brillo de todos los continentes
apareces a veces por delante,
Hombre Niño que eres o eras.
Y con pestañas largas como patas de araña,
vienes por las noches a embobarme todo
con la plenitud de un astro incomparable
que es mío y se me prohíbe,
como las cosas que gustan
pero son apariciones de reflejos cristalizados
en dos porciones de tiempo,
en una sola estancia,
transformándose y transvistiéndose:
Hombre Niño y Mujer en uno solo.
que se acercan a mi gruta
como cantares pastoriles,
ronroneante como mi barba
en tu torso extenso,
como cuando a mi cima desértica te haces,
como cuando a tu cima rojiza me hago.
Mis manos de exculpado carcelero
no tienen otro nombre
que el tuyo disfrazado de niño.
Un basurero
más preciado que lo que contiene
no me mira. Me acorrala
entre la dulce y macabra cuadrícula del ensoñarte.
Y el mediodía canta y llora
como boca y ojos que se llenan con todo.
Y el minutero como lengua garrapateante,
azota y azota mi olvidada argolla taciturna.
Como una mancha intachable
estás por dentro, como la piel por dentro.
Hay algo más parecido a mí
que mi sombra en el fondo
del barranco del recuerdo.
No estás aquí, silueta dorada
pero sí estuviste y estarás.
Como el brillo de todos los continentes
apareces a veces por delante,
Hombre Niño que eres o eras.
Y con pestañas largas como patas de araña,
vienes por las noches a embobarme todo
con la plenitud de un astro incomparable
que es mío y se me prohíbe,
como las cosas que gustan
pero son apariciones de reflejos cristalizados
en dos porciones de tiempo,
en una sola estancia,
transformándose y transvistiéndose:
Hombre Niño y Mujer en uno solo.